A veces no hace falta irse muy lejos para encontrar un rincón que parece sacado de otro país. En pleno monte Abantos, en San Lorenzo de El Escorial, se esconde un pequeño tesoro: un hayedo “escondido”, un arboreto lleno de vida y una senda panorámica que ofrece unas bonitas vistas del valle.
Esta ruta circular combina sombra, frescor y naturaleza en estado puro, con un recorrido asequible para cualquier persona con ganas de caminar un rato entre árboles.
No es larga ni exigente, pero sí muy variada: pasamos de senderos cerrados entre hayas a caminos más abiertos con pinos, robles, acebos y una zona educativa muy curiosa —el Arboreto Luis Ceballos—. Ideal para una escapada tranquila o para ir con niños si están acostumbrados a andar un poco.
Índice
Hayedo Escondido, Arboreto Luis Ceballos y Senda Los Tesoros de Abantos (San Lorenzo de El Escorial)



| 9’5 KM | 2H 30′ | Media/Alta | 527 M. | > 12 años | Sí | No | No |
Parking
La ruta comienza junto al Embalse del Romeral, en la parte baja del monte Abantos. Se puede aparcar fácilmente en el área cercana al Euroforum Felipe II, justo donde arranca la pista forestal:

Es un punto cómodo y bien señalizado. Desde aquí ya se respira el aire fresco del bosque. Lo mejor es llegar temprano, especialmente los fines de semana, porque el sitio no es muy grande y suele llenarse pronto.
Hayedo escondido

Tras un primer tramo de 1,8 km entre pinos silvestres, jaras y robles jóvenes, el camino se adentra por fin en una zona más húmeda y sombría del monte: el llamado “Hayedo Escondido”. No es un hayedo grande —nada que ver con los del norte—, pero tiene su encanto. Es una pequeña joya botánica donde las hayas, tan poco comunes en el centro peninsular, se refugian gracias al microclima fresco y a la orientación norte de la ladera:



El ambiente cambia por completo: el aire es más frío, el suelo está cubierto de hojas y musgo, y el silencio se hace notar. Entre las hayas también crecen robles melojos, acebos, avellanos y cerezos silvestres, formando un bosque mixto precioso:



En otoño el suelo se vuelve una alfombra de tonos ocres y rojizos; en primavera todo se llena de brotes tiernos y humedad. Es un tramo corto pero muy especial: un pedacito del norte de España en pleno Madrid:



Arboreto Luis Ceballos
Tras pasar el hayedo y acabar coronado el Puerto del Malagón, descendemos hasta el Arboreto Luis Ceballos, un espacio gestionado por la Comunidad de Madrid dedicado a la educación ambiental. El acceso es gratuito. Aquí el ambiente se abre y el bosque cambia completamente: de la penumbra del hayedo pasamos a un entorno más soleado y diverso:






En el arboreto puedes ver más de 250 especies diferentes de árboles y arbustos, tanto de la península como de las islas. Hay pinos silvestres, tejos, abetos, robles, encinas, madroños, alcornoques, arces, abedules y fresnos, todos perfectamente identificados con carteles explicativos. También hay una pequeña área de descanso con bancos y sombra, ideal para hacer una parada:




El nombre del centro homenajea a Luis Ceballos, un botánico madrileño clave en la conservación de los montes españoles:




Senda Los Tesoros de Abantos
Desde el Arboreto parte la Senda de los Tesoros de Abantos, un sendero circular con tramos abiertos que regala vistas espectaculares sobre el Monasterio de El Escorial, el Monte Abantos y el valle:


El nombre no es casual: los “tesoros” son precisamente esos elementos naturales y culturales que se encuentran por el camino —fuentes, arroyos, antiguos muros de piedra, pinares y miradores—:


Es el broche perfecto para terminar la ruta: una caminata ligera entre claros de bosque, escuchando el canto de los pájaros y con ese olor a pino que siempre apetece respirar despacio:

Bonus Track: Olmo de los Llanillos (Árbol Singular)
Este ejemplar centenario, de copa ancha y tronco imponente, es uno de los más conocidos del monte Abantos. Se llega muy fácilmente desde el Arboreto Luis Ceballos por un pista forestal hasta el Área Recreativa Los Llanillos.
Durante años fue punto de referencia para los trabajadores del monte y los vecinos de San Lorenzo. A pesar de los estragos de la grafiosis, aún conserva parte de su estructura original y se mantiene gracias a los esfuerzos de conservación forestal.
#244
Ulmus laevis.
Altura: 23 metros.
Diámetro de copa: 16 metros.
Perímetro del tronco: 3,15 metros.
Edad aproximada: 150 años.
Altitud: 1.342 metros.

A UN OLMO SECO (Antonio Machado)
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas nuevas le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
El poeta escribe estos versos poco antes de la muerte de Leonor, su esposa, que fallece unos meses más tarde. En él se refleja la pena del poeta, pero también la esperanza. Es la historia de un olmo, un árbol que está ya en el final de su vida, casi completamente seco, pero al llegar la primavera aparecen algunas ramas con hojas verdes nuevas que demuestran que, a pesar de todo, aún sigue vivo. Machado se identifica con el olmo para esperar que también en él se produzca este milagro.




